Torah para Vivir

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22 sept 2012

Caperucita, Rójele (post del año anterior)


Existe un bosque bello, pleno de flores multicolores, los árboles se erigen con majestuosidad y algo de arrogancia, los rayos del sol se cuelan por entre sus copas, creando lineas de luz dorada que iluminan parcialmente el paisaje. El murmullo de las aves se mece en la brisa fresca que trae aromas de comienzos de primavera...
Una niñita, camina, da saltitos, se deja fascinar por cada pétalo, por cada gorjeo. Se ríe, en una de sus manos, lleva un ramillete que ha armado en el transcurso de su “paseo”, y en la otra, una canastita... Con un suave movimiento hacia atrás, deja caer de su cabeza, la caperuza roja que la protegiera de los últimos fríos del alba...
De golpe, aparece un hombre, un leñador, con su hacha en mano y con un gesto de impaciencia en su rostro.
Leñador: Se puede saber qué estás haciendo aquí?
Caperucita: Ah! Qué susto! Estaba juntando florcitas...
Leñador: Sí, ya veo, pero se puede saber por qué no estás donde deberías estar en este momento?
Caperucita: Bueno, creí que sería bueno llevar un ramo de flores, son tan hermosas...
Leñador: Es superficial, las flores, no hacen a tu misión, deberías estar con tu abuela, ella te está esperando...
Caperucita: (Con lágrimas en los ojos) Pe... pero yo pensé, bueno mejor, él me dijo que sería mejor que lleve unas flores para alegrarla...
Leñador: Quién?
Caperucita: El Lobo, el lobo me dijo que era mejor, que por este camino, llegaría antes, y de paso podría llevar unas flores...
Leñador: Otra vez! Y van... Que te dijo tu Mamá? Que fueras directo, que no te distrajeras, que no hablaras con nadie, cierto?
Caperucita: (Mueve la cabeza afirmativamente)
Leñador: Mira, el Autor de este cuento que estamos protagonizando tiene un plan, un principio de historia, un conflicto, y la resolución del conflicto con un final feliz!
Caperucita: Qué cuento? Qué final feliz?
Leñador: Todos nosotros, tu madre, tu casa, el bosque, tu abuela, las flores, yo mismo, etc. somos todos creaciones del Autor de este cuento. Él creó, ideó, la historia, el escenario, y los personajes. Nosotros, si bien tenemos “libre albedrío”, es decir que cada uno puede hacer de su interpretación algo maravilloso, o algo intrascendente; debemos intentar atenernos al guión original; y he aquí, que todos te estamos esperando para poder arribar al final de la obra con un final feliz...
Caperucita: Yo creí que mi mamá era mi mamá...
Leñador, Sí, es tu mamá, es un personaje de mamá, y yo soy el leñador que viene a salvarte a ti y a tu abuela. Vengo a destruir al lobo y traer el final feliz que ideó el Autor. Finalmente, se revelará la aparición de un lugar donde no hay maldad ni mentiras, no hay crueldad, ni enfermedad. Pero si tu no estás con tu abuela, entonces no puedo entrar en escena, porque mi salvación sería incompleta, solo salvaría a tu abuela y tu quedarías perdida en el bosque para siempre, Di-s no lo permita, eso no sería un final feliz...
Caperucita: Todo porque me quedé juntando florcitas?
Leñador: Dulce niñita, es hora de crecer. Tu madre quería que llegaras donde está tu abuela, ella te dijo que era un bien para tu abuela que le lleves esta canastita, pero en verdad es un bien para ti, es un tesoro para ti.
Caperucita: Un tesoro para mí?
Leñador: Abre la canastita y verás...
Caperucita: Pero son remedios...
Leñador: Son remedios, pero no son ni jarabes, ni ungüentos... Son remedios para el alma.
Caperucita: De verdad puedo mirar?
Leñador: Para esto fui enviado, para que mires lo que llevas sin saber que es tuyo y lo llevas a fin de salvarte y salvar también a tu abuela y a todos tus parientes.
Caperucita: Pero mi mamá nunca me dijo nada de esto...
Leñador: Ella se perdió en el bosque hace mucho, pero ahora quiere volver a su hogar, y por eso te envía a ti, a lo de tu abuela con el tesoro que nunca abandonó...
Caperucita: A ver? (Levanta la tapa de la canasta y una luz intensa ilumina el rostro de la niña) Ah!!! es hermoso! Un libro con letras doradas, y unos candelabros plateados, también hay panes trenzados, una alcancía con ruidito de monedas, y un sobre, parece una carta, dice “Perdón”...
Leñador: Esa carta es de tu madre, no puedes abrirla, es privada, pero puedes y debes saber que ella quiere volver a su verdadero lugar, y lo primero que quiso hacer, es enviarte a ti, para que te salves primero...
Caperucita: Mi mamá me ama mucho...
Leñador: Sí, Uds. forman una cadena indestructible con todas las mujeres que han traído luz a esta historia...
Caperucita: Ah... Hay muchas más?
Leñador: Sí! Son millones y millones, no se pueden contar, y algunas son muy famosas...
Caperucita: Ah... pero seguro que ellas fueron derechito a su misión, que no se desviaron, que no se dejaron engañar por el lobo como yo, qué tonta me siento!
Leñador: No eres tonta, muchas se han perdido, y muchas han regresado con tal fuerza que hicieron que la boca del lobo se transformara en el Jardín del Edén!
Caperucita: En serio?
Leñador: Todo es en serio. Recuerda que cada uno es parte de la historia, y cuando uno vuelve a su personaje y a la misión que debe cumplir, todo el relato se eleva y se acelera el final feliz...
Caperucita: Pero si ahora voy, y le llevo estos tesoros a mi abuela, y luego viene el lobo?
Leñador: Ahí entro yo, elimino al lobo y a toda su maldad y las salvo a Uds. dos y más...
Caperucita: Y después? Se termina todo?
Leñador: No! Después, viene el Autor, se presenta, y luego nos invita a una fiesta muy especial que tiene preparada, (aún antes de crear la historia y los cuentos). Allí disfrutaremos de todas las delicias que jamás imaginamos obtener!
Caperucita: Y el lobo, también está invitado?
Leñador: La maldad del lobo va a desaparecer, el Autor, va transformar su esencia, y es probable que a la fiesta, venga acompañado de sus nuevas amigas, las ovejas...
Caperucita: En serio?
Leñador: Todo es en serio... Ve que todos te estamos esperando...

Y a ti, qué te distrae?
Toma tu tesoro, el estudio de Toráh, los rezos, Shabat, comida kosher, actos de bondad y vuela hacia tus ancestros, el Autor te está esperando...
Patriicia Dvorah

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