Torah para Vivir

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1 jul 2010

Bein HaMeitzarim


BS”D
Bein HaMeitzarim


¡Estas semanas!
¡Oy de estas semanas!
El sentimiento que despiertan estas semanas, son de miedo, miedo a que, jas veShalom, algo malo pueda suceder...
Es cierto que Di-s cargó el tiempo con energías específicas, es cierto que, mientras vivamos en este mundo y con estos cuerpos, estamos sumergidos en el tiempo y en las cualidades que el Eterno invistió en él.
Pero...
Somos judíos.
Qué respuesta es esa?
Sí, efectivamente somos judíos, y por eso, porque somos judíos, a nosotros nos afectan estas semanas de oscuridad y pánico. Estamos llenos de historias tenebrosas, terribles, trágicas, que ocurrieron en estas fechas...
Di-s puso la enfermedad, (lo aleinu), y previo a poner la enfermedad nos dio el remedio.
El remedio es saber que todo es Él.
Que no hay otras fuerzas, no hay otros dioses.
Sí, en las apariencias, y a veces las apariencias son muy pero muy manifiestas, aparecen enemigos por todos los costados. Pero no hay nada. Todo es Él.
Todo es Di-s hablándonos, susurrándonos, gritándonos, sacándonos, sacudiéndonos, regalándonos todo.
¿Cuál es el remedio?
¡Di-s, tengo miedo!
¡Di-s ayúdame!
¡Di-s escúchame!
Di-s, muéstrame que no hay nada y que solo estas Tú, esperando mi corazón...
Si sabemos que todo es Di-s, se acaban las fuerzas para los virtuales enemigos.
Uno habla con el Jefe.
¡Di-s, no puedo con esto, ayúdame!
No sospechamos lo maravilloso y lo “calmante”, que es que Di-s sea nuestro Padre. El único, el Misericordioso, el Fiel, el Verdadero.
Ese es nuestro trabajo ahora. DescubrirLo.
HablarLe, confiar en Él. Trabajar para establecer un vínculo, mejor dicho para revelar el vínculo que Di-s ha instalado entre Él y nosotros, sus hijos, los judíos.
El Baal Shem Tov, sea sobre él la Paz, recibió de su padre una enseñanza infinita y poderosa. “No le temas a nada ni a nadie, solo debes temerLe a Di-s, Todopoderoso.”
Si Le temes a Él, si te guardas de cumplir Sus Mandamientos y de caminar Sus caminos, si confías en Él, que te envió con un propósito único, revelar Su Presencia en este mundo, sabrás que el mundo entero, y todo lo que sucede en él, es Di-s hablándote, y no hay otro.
Cuando el Dueño del mundo, está estrechando el escenario, en lugar de temer y entrar en pánico, subamos, miremos hacia lo alto, elevemos nuestras plegarias, nuestras miradas, nuestro corazón.
Di-s perdona todo, si volvemos a Él, si le “le devolvemos” nuestra voluntad, si entendemos y vivimos sabiendo que pendemos del hilo de Su bondad infinita... Di-s nos abraza y nos “evita” molestias innecesarias...
Pero en este laberinto, uno puede autoengañarse y creer que va a salir a fuerza de probar quichicientos caminos, o empujando a los demás, usándolos de rompeportones, para abrirnos paso. Pero esa actitud solo genera mucho dolor, mucha mentira, mucha pérdida de tiempo valiosísimo y fundamentalmente, uno pierde el apoyo del Ingeniero que ideó y sigue ideando el laberinto donde estamos sumergidos.
La única forma de salir, es saber que no hay tal laberinto, que el laberinto se puede sobrevolar si levantamos los brazos y clamamos con todas nuestras fuerzas al Creador.
¡Di-s! ¡Esto me asusta!
Di-s pide que cumplamos Sus leyes, porque allí está el secreto que hace levantar los muros y nos libera.
Di-s dice, puedes unirte a Mi, como quieras, Yo te concedo muchas maneras y muchas fuerzas, pero no te alejes, no intentes desprenderte de Mí. Es peligroso...
No es peligroso de vida y muerte solamente, es peligroso porque provoca que todo sufrimiento haya sido en vano, es peligroso por lo inútil de no haber cumplido la misión para la cuál fuimos enviados...
Bein haMeitzarím es un tiempo para apegarse a Di-s con todas nuestras fuerzas, para desnudarnos, quedarnos sin nada, desprotegidos de nuestros egos y astucias. Es el tiempo para prendernos de Él y llorar y pedir, y volver a pedir, y pedir por todos y cada unos de Sus hijos. Hoy es un tiempo de abrazarLo a través de nuestros pensamientos, del estudio de Su Toráh, de nuestras plegarias, de nuestro dar, y dar y dar. Es un momento para dar amor, especialmente a nuestro esposo, a nuestros hijos, y si aún no llegaron, pedir por ellos, pedir para tener a quién dar amor y kavod. Es un tiempo para rogarLe perdón por nuestras macanas, nuestros desaires, nuestras falta de respeto hacia Sus criaturas. Es un tiempo para devolverLe lo que es Suyo.
DevolverLe todo.
Y preguntarLe ¿Qué Quieres que yo haga hoy?
A cada instante, porque cada instante Di-s genera una creación nueva.
Y entonces ocurren Milagros, y lo que era una roca seca, ahora es un manantial, y lo que era una herida abierta ahora es un corazón rebosante de alegría, y lo que era un pasado oscuro y sin esperanza, ahora es un luminoso ser y estar con Él.
Que tengamos la Gracia Divina de ver con nuestros ojos de carne la llegada de Su Ungido y vivir el tiempo donde se revele completamente, que no hay otro fuera de Él.
Ein od milvadó.
Amén
Patriicia (Dvorah)

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